Silenciosa tarde de ruidos externos a mis oídos, reflejos en un cristal sucio, vacío, frió, contemplando la silueta que frente a él se proyecta con indiferencia y barba de dos semanas, con los ojos medio caídos y ojera de desvelo nocturno por soñar cosas imposibles.
Tras su reflejo, mi silencio, no poder cerrar los ojos para no verte, no poder abrirlos con el miedo de que desaparezcas, no poder soñar por miedo a soñar contigo, no poder vivir por el miedo a vivir sin ti, no pensar en ello sin poder quitarmelo de la cabeza.
Refrescar mi cara para no saber que es sueño y añoranza de realidad fría y solitaria, condenar hasta la saciedad mi arrogancia.
Dormir en fríos brazos de sombras que añoran tu sombra.
Despertar lentamente con miedo al abrir los ojos para comprobar que no estas aquí.
Persigo tu reflejo que se escapa, miro mi reflejo sin saber si soy yo, busco entre las miradas una palabra, me pierdo entre sitios conocidos, me acurruco al lado de un olvido, dejo que pase el tiempo para que me cure, para que me acune.
Escribo palabras para que se impregnen de significado, devoró silencios sin retorno a los murmullos, quemo recuerdos en pos del destino, muevo de sitio mis miedos, lloro un desierto de abrazos y besos y gravo a fuego en el corazón tu reflejo, tu recuerdo.
Invento excusas para aliviar tus sueños.
