lunes, noviembre 12, 2012

EL VUELO DEL CUERVO


En el gris cielo que cubre la ciudad, dejando atrás la inmensidad de un lugar demasiado inmerso en su propia existencia.

Nada parará sus incansables alas, nada detendrá su fugaz pasada por arboledas y caminos, todo será minusculo a sus negros ojos, todo se verá fugaz, como la vida misma.

Y en un segundo, casi inapreciable cambiará de rumbo, modificará su trayectoria y llegará hasta el destino elegido casi al azar sin preocuparle en demasia.

Si, el destino, el rumbo de la vida fugaz que se nos escapa a cada instante y que casi sin darnos cuenta nos pone en un lugar concreto para después dejarnos allí, inmersos en esa antropia casi inexplicable durante largo tiempo hasta que un día, sin saber por qué, un golpe nos hace ver todo lo que ha pasado y dónde nos encontramos.

Algunos no son conscientes de ello hasta que es demasiado tarde, otros tiemblan nada más ver la realidad y el instante donde acaban de aterrizar y ser conscientes.

Otros sin embargo emprenden imposibles, locos y soñadores los llaman muchos, insensatos, viviendo en su nube para el resto de los mortales, a esos hay que prestarles atención, pues ellos tendrán el valor y el coraje para seguir su instinto sin ataduras, sin imposibles, y llegarán o no a su destino pero nadie jamás podrá decirles que no han luchado por aquello en lo que creen, en lo que quieren conseguir.

Las grandes gestas  siempre empezaron con minúsculas acciones.

No dejeis jamás de perseguir sueños, no renuncieis a esos imposibles que se pierden en la memoria y en el tiempo para dar como resultado una apatia y una aceptación propia de los derrotados.

Luchar por ser fieles a vosotros mismos, luchar por todo aquello que soñais.

Pero recordad, la lucha jamás será justa cuando haya victimas.

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